El monumento monstruoso a la nada.
- Juan Naranjo
- 7 feb 2017
- 2 Min. de lectura
En los últimos días nuestros queridos revolucionarios de mentes lúcidas y corazones ardientes han protagonizado la secuela más triste de nuestros últimos tiempos: Caso Petroecuador con la re-potenciación de la Refinería de Esmeraldas. El emblema del cambio de nuestra matriz productiva, la que nos está ahorrando 300 millones de dólares al año es también la más corrupta. Pero no es el único de los grandes proyectos sin sentido de esta llamada la década ganada. De la mano de este bochornoso caso está la Refinería del Pacifico, otro “elefante blanco”, de grandes promesas que terminó siendo un monumento monstruoso a lo que el exceso de dinero y falta de planificación puede hacer: NADA.

Para completar la historia, el gobierno como parte de su cambio de la matriz productiva desarrolló un ostentoso programa de becas, para que los “genios” comprometidos con la revolución pudieran estudiar en las mejores universidades del mundo, un esfuerzo que sería de elogios si no fuera porque es un esfuerzo desarticulado, que como el tristemente célebre “estudiante de la sabatinas” está plagado de tintes oportunistas y que terminan sin generar impacto real en la sociedad, y menos en el sector productivo. Lo que es de extrañarse aún más es que en la mayoría de casos estos beneficiarios no entienden la responsabilidad de llevarse entre 70000 y 200000 dólares de nuestros impuestos y devolvérnoslos en algo tangible, y peor aún no existe ningún esfuerzo por parte del gobierno para articular estos miles de millones invertidos y potenciar alguna de las áreas productivas por las que fueron entregadas las becas. Todos estos proyectos que debería ser las bases estructurales del “nuevo país” ofrecido por la revolución ciudadana, se han convertido simplemente en un monumento monstruoso a la nada.
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